“Déjame ver tu espalda” te dije, y te negaste. “No me gusta”, fue tu excusa, pero a mí no me importó. Comencé a acariciarla con la punta de mis dedos, uniendo todos esos puntos, esas estrellas inéditas...
El día en que nos conocimos te invité a mi casa ¿te acuerdas? Subimos esos tres pisos interminables hasta la entrada del departamento. Con la respiración aún agitada, te sentaste en el sillón, ese lleno de ...